Autor: Kiele A. Cabrera
En menos de 24 horas, la administración Trump reincorpora a Cuba a la lista de Países Patrocinadores del Terrorismo mientras el senador Marco Rubio es confirmado como el primer Secretario de Estado cubanoamericano en la historia de EE. UU.
La administración de Donald Trump ha marcado su inicio con una postura firme contra el régimen cubano, firmando una orden ejecutiva dentro de las primeras 24 horas de su juramentación que reincorpora a Cuba a la lista de países patrocinadores del terrorismo. Esta medida busca responder a la continua represión interna del régimen de La Habana y su apoyo a grupos radicales y terrorista internacionalmente. La decisión ha sido recibida con apoyo por parte de sectores clave del Partido Republicano y la comunidad Cubano Exiliado que consideran que el regreso de Cuba a esta lista es un paso necesario para confrontar su historial de violaciones a los derechos humanos.
Este anuncio también tiene una gran relevancia simbólica, ya que coincide con un hecho histórico para la política estadounidense: el senador Marco Rubio, un firme defensor de la postura dura hacia el régimen cubano, es juramentado como el primer Secretario de Estado hispano de Estados Unidos, además de ser el primer cubanoamericano y nativo de Miami, Fl en asumir este cargo. Rubio, quien ha sido un crítico constante de las políticas de concesión hacia el régimen cubano, celebró la medida como una muestra de compromiso con la lucha por la libertad y los derechos humanos en Cuba. En su discurso de toma de posesión, Rubio subrayó que esta administración no permitirá que Cuba continúe siendo un refugio para la represión y el apoyo a grupos terroristas.
El regreso de Cuba a la lista de países patrocinadores del terrorismo ha sido un movimiento que intensifica las tensiones entre ambos países. La administración Trump no solo está castigando al régimen cubano por su apoyo a actividades subversivas en América Latina, sino también por su historial de represión interna, que ha incluido la persecución de opositores políticos, periodistas y activistas. En este contexto, el presidente Trump ha reafirmado su compromiso con la comunidad cubano-estadounidense, especialmente en Florida, donde la política hacia Cuba es un tema clave de discusión. La medida también subraya el apoyo de la administración estadounidense a los cubanos que luchan por la democracia y la libertad en la isla.
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Por otro lado, la decisión de Trump resalta las diferencias con la administración Biden, que en su intento por normalizar las relaciones con la Dictadura Castrista, había alcanzado un acuerdo con el régimen de la isla que otorgaba varias concesiones. Entre ellas se encontraba la liberación condicional de un número limitado de prisioneros políticos. Sin embargo, estas liberaciones no eximen a los prisioneros de sus condenas, lo que los deja en una situación de vulnerabilidad, pues pueden ser arrestados nuevamente bajo cargos políticos en cualquier momento. Esta medida fue criticada por muchos como insuficiente y por no abordar el problema de fondo de la represión política en Cuba.
El regreso de Cuba a la lista de países patrocinadores del terrorismo también ha sido interpretado como una respuesta a las críticas de la comunidad cubanoamericana y de los congresistas cubanoamericanos, quienes consideraron que la administración Biden había cometido una “traición” en contra el exilio Cubano y la Seguridad nacional del pais al hacer concesiones al régimen. Varios congresistas de origen Cubano, como Mario Díaz-Balart y Carlos Giménez, han celebrado la decisión de Trump como un paso necesario para ejercer presión sobre el Regimen Cubano y para mantener el enfoque de EE. UU. en la defensa de la democracia y los derechos fundamentales en la isla.
Con esta medida, la administración Trump ha dejado claro que no tiene intención de seguir los pasos de sus predecesores en cuanto a un posible acercamiento con el régimen cubano. La reincorporación de Cuba a la lista de países patrocinadores del terrorismo es solo el comienzo de una serie de acciones que, según fuentes cercanas al gobierno, buscarán intensificar la presión sobre el régimen de La Habana. El futuro de las relaciones entre ambos países dependerá en gran medida de la respuesta del régimen cubano, pero también de cómo se moviliza la comunidad internacional frente a esta nueva política de confrontación.
Con la figura de Marco Rubio como Secretario de Estado, la administración Trump no solo está alineando su política exterior con los intereses de los cubanoamericanos, sino que también está enviando un mensaje claro a los regímenes autoritarios en América Latina: Estados Unidos no tolerará más la represión ni el apoyo a actividades terroristas. En este contexto, la medida tomada contra Cuba refuerza el enfoque de Trump en la defensa de los valores democráticos y la lucha contra la dictadura’s totalitarias.
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