Trump 2.5 y el nuevo destino manifiesto: La gran disyuntiva de Iberoamérica

Autor: PhD. Ramiro Bolaños

Vivimos un momento histórico singular, una disrupción cuyo nombre propio es Trump 2.5. Su retorno al poder representa mucho más que una simple continuidad política; es una redefinición profunda y estratégica en la manera en que Estados Unidos ejerce su liderazgo global. En exactamente 120 días de mandato, los resultados tangibles, especialmente en lo económico, y la ejecución disciplinada de su administración, han generado un impacto que el mundo entero no puede ignorar.

La nueva fase de poder norteamericano

El concepto de Trump 2.5 fue acuñado por el estratega geopolítico canadiense Taufiq Rahim, autor del libro Trump 2.5: A Primer (2025). Según Rahim, no se trata simplemente de un segundo mandato, sino de una nueva fase de poder más madura, más disciplinada y con una visión más clara. Trump ha regresado más fuerte, más rápido y con un equipo más consolidado, dispuesto a ejecutar un plan con precisión y sin titubeos.

Desde el primer día, la administración Trump demostró eficacia y resolución, marcando un contraste claro con administraciones previas. Tom Holman, conocido como el «zar de la frontera», ha reducido drásticamente entre un 70% y un 94% los encuentros con inmigrantes ilegales, transformando la crisis migratoria en un ejemplo de gestión rápida y efectiva. Paralelamente, las tarifas estratégicamente impuestas han revitalizado sectores clave de la economía estadounidense, reflejándose claramente en la reducción de la inflación interanual del 3.0% al 2.3% en apenas cuatro meses.

Este éxito económico no es un hecho aislado. Promesas concretas de inversión extranjera alcanzan aproximadamente 10 billones de dólares (10 trillones en nomenclatura estadounidense), provenientes de Arabia Saudita, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Japón, India, Canadá, Australia, Taiwán, Suiza y Corea del Sur. Esta cifra, más allá de ser impresionante por su magnitud, es un testimonio claro de la confianza global renovada en Estados Unidos bajo la administración Trump.

El pilar fundamental de estos logros reside en un equipo excepcionalmente integrado y eficiente desde el primer día. Figuras clave como el vicepresidente J.D. Vance, el secretario de Estado Marco Rubio, Elon Musk al frente del Departamento de Eficiencia del Gobierno (DOGE), y Robert F. Kennedy Jr. liderando la política de salud pública, han sido cruciales en materializar rápidamente la agenda presidencial.

Un nuevo destino manifiesto y el poder sin precedentes

En un mismo día emblemático, el vicepresidente Vance daba un discurso trascendental en la Conferencia de Seguridad en Múnich, mientras el presidente Trump recibía en Washington al presidente de Corea del Sur, y el secretario Rubio sostenía negociaciones vitales con Ucrania, ilustrando la impresionante capacidad operativa y estratégica del equipo presidencial.

Trump no aspira simplemente a restaurar el pasado; busca superarlo mediante lo que define como un «nuevo destino manifiesto». Esta renovada visión se inspira directamente en la época dorada del poder estadounidense bajo los presidentes William McKinley, Theodore Roosevelt y Howard Taft. Durante ese periodo, Estados Unidos extendió su influencia global a través del poder militar, la diplomacia estratégica y la expansión comercial. Trump busca recuperar y actualizar esa grandeza mediante acciones rápidas, decididas y concretas, con una renovada ambición de liderazgo global para el siglo XXI.

Taufiq Rahim sostiene que Trump podría ser considerado el hombre más poderoso de la historia. Si se le compara con figuras como Alejandro Magno, César Augusto, Gengis Khan o Napoleón, la diferencia radica en el alcance inmediato, tecnológico y financiero que hoy tiene un presidente estadounidense. Trump no solo lidera; decide y ejecuta personalmente. Así lo demostró al imponer tarifas del 30% a productos chinos y al negociar acuerdos multilaterales sin intermediarios. El poder que antes se concentraba en emperadores y caudillos, hoy se manifiesta en la figura de un presidente con herramientas globales inmediatas.

Incluso sus críticos más severos han reconsiderado su posición. Thomas Sowell, uno de los más influyentes economistas del libre mercado, había cuestionado inicialmente el uso de tarifas. Sin embargo, ante los resultados económicos y el impacto positivo en la producción interna, Sowell rectificó su visión. Recordando su célebre frase —«incentivos sobre ideologías»—, subraya que las políticas deben juzgarse por sus efectos y no por sus intenciones.

La oportunidad y el dilema geopolítico iberoamericano

Las tarifas, más que proteccionismo, fueron una herramienta táctica para renegociar acuerdos con Canadá, México, Reino Unido y Arabia Saudita, reequilibrando el comercio en favor de la industria estadounidense.

En este contexto exitoso, resulta valiosa la perspectiva complementaria ofrecida por el prestigioso historiador británico Niall Ferguson, fiduciario y fundador de la Universidad de Austin, y graduado de Oxford. Ferguson destaca que si bien los resultados económicos inmediatos son altamente positivos, no deben eclipsar la necesidad de una prudente estrategia geopolítica. Según Ferguson, las actuales tensiones con China no son exclusivas del tema Taiwán, sino parte integral de lo que él denomina la «Guerra Fría 2.0».

A diferencia del enfrentamiento con la Unión Soviética, China hoy es altamente competitiva, tecnológicamente avanzada y capaz de presentar desafíos significativos a la supremacía estadounidense. Estados Unidos actualmente enfrenta limitaciones críticas en términos político-militares, particularmente en regiones estratégicas como el Mar del Sur de China, lo que potencialmente genera una vulnerabilidad preocupante.

Esta tensión internacional plantea desafíos específicos para Guatemala e Iberoamérica. Guatemala destaca particularmente como el país más grande de la región que aún mantiene relaciones diplomáticas plenas con Taiwán, encontrándose en una situación estratégica sensible ante las presiones crecientes de China. Recientemente, la región vivió una tensión significativa en torno al manejo logístico del Canal de Panamá, anteriormente controlado por empresas chinas basadas en Hong Kong, lo cual evidencia claramente el contexto de creciente tensión geopolítica regional.

Este escenario subraya la necesidad urgente de una política regional clara y equilibrada que aproveche las oportunidades económicas con Estados Unidos, sin perder de vista los riesgos asociados al creciente acercamiento con China.

La era Trump 2.5 es, en definitiva, una oportunidad económica extraordinaria para Guatemala e Iberoamérica. No obstante, esta oportunidad exige igualmente una visión clara y prudente de las implicaciones geopolíticas involucradas. Frente a un momento histórico de profundas implicaciones, nuestros países deben responder con audacia económica y equilibrio geoestratégico.

Estados Unidos ha sido históricamente el principal socio de muchas repúblicas iberoamericanas, y hoy vuelve a posicionarse con fuerza como el eje de una nueva arquitectura global. En lugar de titubear o permanecer al margen, cada país debe asumir con claridad su rol geopolítico en esta reconfiguración, reconociendo que ciertas posturas ideológicas —como las promovidas por actores vinculados al Foro de Puebla— buscan debilitar las alianzas históricas con Occidente e impulsar un acercamiento estratégico a China que podría comprometer el desarrollo institucional y la soberanía de la región.

Subirse al barco del liderazgo estadounidense, con firmeza y visión, puede marcar la diferencia entre el rezago y la prosperidad. Como afirmaba Hipócrates: «Tiempos extraordinarios requieren medidas extraordinarias». Hoy más que nunca, esta antigua sabiduría resulta vigente. El futuro pertenece a quienes actúan con claridad, decisión y sentido histórico.


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