¿Gobierno del pueblo? Cómo la democracia falla y la república rescata.

Autor: Valeria Vásquez. Coordinadora Students for Liberty, embajadora Principled Business, y co-fundadora Movimiento Libertario de Guatemala.

Es muy común escuchar a las personas hablar sobre la defensa de la democracia. Este sistema es percibido como el más justo, dando a todos los ciudadanos voz y voto, garantizando una sociedad pacífica y próspera. Sin embargo, esta “democracia” no es más que un concepto idealizado; repetido en eco por quienes tienen el deseo de alcanzar esta sociedad justa, mas no entienden lo que realmente significa democracia, ni sus peligros.

De hecho, Guatemala no es una democracia, es una república democrática representativa. Mientras que la democracia es comúnmente definida como el gobierno de la mayoría, la república es el imperio de la ley. Esto puede sonar duro en principio, pero explicaré por qué la república es el mejor sistema para la defensa de las libertades, y para poder prosperar como país. No es “más democracia” la solución, sino un gobierno bien regulado.

La palabra democracia proviene del griego demos (pueblo) y kratos (poder), es decir, el gobierno del pueblo. De entrada esto suena bien, una sociedad donde todos participan y deciden. En las democracias modernas, esto se traduce en el voto mayoritario como herramienta para elegir líderes y definir políticas. Es por esto que muchas veces se asume que la democracia es la forma más justa de gobierno. No obstante, la democracia sin límites puede fácilmente caer en la tiranía de la mayoría. En una democracia, el 51% ya es considerado mayoría, a pesar de que sea solamente ese 1% o 2% de diferencia. Por lo tanto, si se pasara una ley aprobada por el 51% del pueblo, podría perjudicarse también a gran parte de la población, simplemente porque no son la mayoría. Sería una decisión democrática, más no justa. Esto también conduce a que las minorías se vean oprimidas, cosa que queremos evitar. No es realmente un gobierno del pueblo si no se escucha a todos los grupos por igual. La historia de América Latina está llena de casos donde líderes populistas, al ser elegidos democráticamente, consolidaron regímenes autoritarios: la voluntad de la mayoría se convirtió en un vehículo para el abuso del poder.

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Asimismo, una democracia mal manejada también puede caer en demagogia, en la que los aspirantes al poder apelan más a las emociones que a la razón. Esto es similar al populismo del que tanto oímos hablar, pues los candidatos prometen cosas para ganarse a las personas, cosas que podrían después no cumplir, o que están disfrazadas de algo bueno cuando en realidad solo perjudican más. ¿Por qué Sandra Torres tuvo tantos votos? Apelando a la emoción, buscando conseguir votos como sea. También esto nos lleva al problema del fraude, pues si no existe un sistema que regule el poder, cometer fraude es fácil en una democracia pura.

Finalmente, una democracia idealizada parte de la premisa de que todos los habitantes cuentan con la totalidad de la información necesaria al momento de votar, y que se opondrán si hay algo que no les beneficia. ¿Cuándo fue la última vez que te enteraste de las leyes nuevas que pasa el congreso? ¿Cuándo fue la última vez que presentaste una denuncia ante la CC o que participaste en una manifestación? Son pocas las personas que responderán “hace poco.” La realidad es que no nos interesa o no podemos invertir tiempo en la vida política, por lo que el gobierno termina por tomar decisiones que no siempre benefician a la población. Por ejemplo, el aumento de salario que acaban de pasar los diputados es algo que a ninguno nos agrada, sin embargo, fuera de comentar en Twitter lo mucho que nos disgusta, son pocos los que realmente harán algo al respecto.

Es por esto que muchos de los países más desarrollados incorporan elementos de una república, siendo los Estados Unidos quienes lo han hecho con mayor éxito. La República no es un gobierno del pueblo en el sentido de participación directa. Es, en cambio, un sistema de gobierno representativo, donde los poderes están separados y limitados para evitar abusos, permitiendo que cada individuo pueda alcanzar su felicidad de la forma que más le convenga. En una República, la ley está por encima de los gobernantes y del pueblo mismo. Por esta razón, se le conoce como el imperio de la ley. Es cierto que el sistema Guatemalteco aún tiene varias fallas, pero es por esto mismo que debemos luchar por más república, y no más democracia.

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Explicaré brevemente los componentes bases de una república.

Primero, al ser el imperio de la ley, una república tiene su constitución, que es la ley máxima. Establece las normas que rigen a un país, define los derechos de las personas, y regula la organización del Estado. Este principio republicano se centra en proteger los derechos naturales, inalienables, del ser humano: vida, propiedad y libertad. No son derechos otorgados por el gobierno ni la mayoría; son inherentes a cada persona por su naturaleza. La ley, en este sentido, no debe adaptarse a la voluntad de la mayoría, sino garantizar que ninguna persona, grupo o gobierno viole estos derechos. La Corte de Constitucionalidad es la encargada de velar que se cumpla la constitución.

Esto nos lleva al Estado de derecho, lo que coloquialmente conocemos como nadie por encima de la ley. Tanto la constitución como las demás leyes, al estar redactadas imparcialmente, son aplicadas a todos por igual, sin importar grupo social, edad, género, ni nada. Esta es la forma de garantizar una sociedad justa.

Finalmente, la república, además de establecer qué pueden hacer los ciudadanos para que sus derechos sean respetados, establece qué puede hacer el gobierno. Por lo tanto, se crea un sistema de contrapesos de poder, de manera que el poder se divida en ejecutivo (presidente), legislativo (diputados) y judicial (cortes). En Guatemala, la Constitución de 1985 refleja esta estructura republicana. Sin embargo, en la práctica, estos mecanismos han sido debilitados por quienes, en nombre de la democracia, buscan concentrar poder. El uso de la “voluntad popular” como excusa para sobrepasar los límites constitucionales es una señal clara de la necesidad de fortalecer nuestra República.

La república no solo garantiza una sociedad justa, sino que establece las bases para propiciar una sociedad próspera. Al garantizar la protección de vida, propiedad, y libertad, las personas pueden trabajar, emprender y buscar la felicidad sin temor. Guatemala aún enfrenta retos, pues hemos adoptado la democracia como un valor incuestionable, pero hemos descuidado nuestra estructura republicana, la cual garantizaría de mejor manera la protección de los derechos naturales.

Por ejemplo, las elecciones “democráticas” son vistas como el fin último de nuestra participación ciudadana. Elegimos gobernantes, pero raramente exigimos que respeten las leyes o rindan cuentas. Como resultado, caemos en una forma de democracia superficial donde la mayoría impone su voluntad sin considerar las libertades individuales.

Es importante que definamos claramente la diferencia entre democracia y república, y que luchemos por difundirla. Si queremos una Guatemala libre y próspera, debemos fortalecer el sistema republicano, pues la república es la clave para construir un futuro donde cada guatemalteco pueda buscar la felicidad y vivir en libertad

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