Autor: Lourdes Nadia Romero Lara. Líder Ladies of Liberty Alliance Bolivia / Directora Regional de Alianzas y Patrocinios Ladies of Liberty Latam // Licenciada en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales
En Bolivia se vive una crisis económica que ya no se puede ocultar ni maquillar con retórica revolucionaria. Las largas filas en estaciones de servicio, las restricciones para acceder a dólares y la creciente desesperación de importadores y empresarios son síntomas de una enfermedad crónica: el agotamiento de un modelo económico insostenible. Desde una perspectiva liberal, es momento de decirlo con claridad: Bolivia está pagando el precio de décadas de populismo y control estatal.
El dólar desaparece, y con él, la confianza
A mediados de 2023, Bolivia comenzó a experimentar una escasez progresiva de dólares en el mercado oficial. En mayo de 2025, acceder a divisas sigue siendo una pesadilla para ciudadanos y empresas. El tipo de cambio paralelo (o “dólar blue”) superó los 10 bolivianos por dólar en 2024, mientras el tipo oficial permanece congelado en 6,96 bolivianos, generando un mercado negro activo. Las reservas internacionales cayeron de $15.000 millones en 2014 a $1.709 millones en diciembre de 2023.
Según el Banco Central de Bolivia (BCB), las reservas internacionales netas (RIN) reportaron una recuperación a $2.618 millones en abril de 2025, pero el 83% de estas reservas están en oro no líquido, limitando su utilidad para estabilizar la economía.
La respuesta gubernamental ha sido negar la crisis, limitar ventas de divisas y culpar a “especuladores”. Sin embargo, el modelo de tipo de cambio fijo, combinado con un déficit fiscal crónico (6,9% del PIB en 2024) y subsidios que consumieron $2.000 millones anuales, erosiona la capacidad del país para sostener su moneda.
Gasolina racionada, economía paralizada
A la falta de dólares se suma la escasez de combustibles. En marzo de 2025, filas de hasta tres días en gasolineras de Santa Cruz y La Paz evidenciaron el colapso del sistema de distribución. Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) admitió que no tenía fondos para importar el 50% de la demanda habitual, recurriendo a créditos con proveedores y pagos en oro.
El gobierno implementó medidas de racionamiento, incluyendo:
- Clases virtuales y teletrabajo para reducir consumo.
- Subsidios focalizados en minería y agroindustria, excluyendo a transportistas.
- Militarización de la cadena de distribución para evitar contrabando.
Estas acciones no resolvieron el problema de fondo: la producción de gas cayó a la mitad desde 2014, y Bolivia depende de importaciones que requieren dólares escasos.
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¿Cómo llegamos a esto?
La crisis no es producto de factores externos, sino del Modelo Económico Social Comunitario Productivo implementado por el MAS desde 2006. Basado en:
- Nacionalización de sectores estratégicos (hidrocarburos, minería).
- Redistribución de ingresos gasíferos mediante subsidios y bonos.
- Control estatal de precios y tipo de cambio fijo.
Durante la bonanza (2006-2014), el gobierno dilapidó $150.000 millones en ingresos por gas sin diversificar la economía. Cuando los precios cayeron, se mantuvo el gasto mediante deuda externa ($18.000 millones en 2025) y emisión monetaria, generando inflación del 13,2% en febrero de 2025.
El espejo venezolano
Bolivia comparte con Venezuela y Argentina síntomas de populismo autoritario:
- Control cambiario: Brecha del 43% entre dólar oficial y paralelo.
- Inflación encubierta: Aunque oficialmente es 13,2%, analistas estiman que supera el 20% en alimentos.
- Aislamiento financiero: Falta de acceso a créditos internacionales por impago de deudas.
¿Cuál es la salida? Una agenda liberal urgente
La solución requiere reformas estructurales basadas en cinco pilares:
- Liberalización cambiaria: Adoptar un sistema de flotación administrada con metas de inflación, eliminando el tipo de cambio fijo que distorsiona los mercados.
- Reducción del gasto público: Eliminar subsidios generalizados ($2.000 millones anuales en combustibles) y focalizarlos en población vulnerable, liberando recursos para inversión productiva.
- Apertura comercial: Firmar acuerdos de libre comercio con la Alianza del Pacífico y la Unión Europea, aprovechando el potencial exportador en litio (23% de reservas mundiales).
- Seguridad jurídica: Reformar la Ley de Inversiones para atraer capital extranjero, especialmente en energías renovables y agroindustria, sectores que podrían generar $5.000 millones anuales según el Banco Central de Bolivia.
- Autonomía del Banco Central: Prohibir por ley el financiamiento monetario del déficit fiscal, como recomienda el FMI para países en crisis cambiaria.
Conclusión
Bolivia se encuentra en un serio dilema por el que debería atravesar: continuar con un modelo estatista que ha llegado a su fin debido a su agotamiento o aplicar reformas liberales que le devuelvan la confianza económica. La escasez de combustibles y de dólares no es un problema técnico sino el resultado de dos décadas de populismo que optó por el apego estatal, cual sea que sea el precio de las libertades individuales.
Como demostraron la recuperación parcial de reservas, US$642 millones entre enero y abril de 2025, incluso las medidas limitadas de estabilización pueden ofrecer resultados. Pero sólo una transformación, de cortos mercados e instituciones sólidas, evitará el colapso. La libertad económica no es una cuestión ideológica sino la única alternativa para tratar de salvar al país de la hiperinflación y de la dictadura.
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